Noviembre de 2013
Mi cuerpo es
historia.
Son días de nostalgia, fin de semana de recuerdos, para
algunos días de fiesta, pero sin duda alguna son días de color, de flores e
incienso; son los días en los que sientes más cerca a los que ya no están.
Martha Graham solía decir que todos los seres humanos
contamos con una “memoria de sangre”, esto es que guardamos ciertos movimientos,
gestos o expresiones de nuestros ancestros;
aquello de que nos digan que movemos los brazos al hablar como lo hacía
alguna tía o abuela no es simple casualidad. Tener “memoria de sangre” me
arraiga a mi tierra, a mi pasado, a mi familia, me hace pensar en cómo mi
cuerpo es historia, ¿Te habías puesto a pensar en que eres los ojos de tu
madre, el color de piel del abuelo, el cabello de la tía, las caderas de la
bisabuela? Eres un cuerpo lleno de la magia de todos aquellos que estuvieron
aquí antes que tú, eres fruto de una historia y con ese cuerpo te levantas a
bailar y entonces como dice una de mis maestras “cuando te levantas a bailar,
no lo haces solo, tus ancestros se levantan a bailar contigo” Tu cuerpo es
historia, tú tienes una historia y jamás estarás solo en el escenario.
Hoy, hay miles de razones por las que las personas bailan,
miles de motivos por los cuales amamos la danza; lo importante es tener claro
por qué te mueves, por qué amas la vida en movimiento, qué buscas con tu danza.
Para mí, el mundo es movimiento, todo se encuentra en constante cambio, el
planeta gira alrededor del sol en todo momento, unas horas vemos el sol, otras
la luna, una temporada caen hojas de los árboles, otra nacen flores nuevas; el
mundo se mueve, por ello me muevo, porque al plantarme en el suelo les bailo a
mis muertos, con movimiento les grito a los vivos “Aquí estoy, Eunice Viridiana
Juárez Hernández, de los Juárez de Guanajuato y los Hernández de Río Frío; con
el cuerpo de roble de la bisabuela, con las caderas anchas dadoras de vida, con
el cabello rizado del abuelo y esta tez morena.”
Danzó mi cuerpo, danzo mi historia, danzo con la misma magia
con la que de niña jugaba a volar con plumas de aves y me atoraba flores rosas
en el cabello, danzo con las sonrisas del abuelo cuando tocaba la guitarra y me
atacaba con cosquillas. Danzo de recuerdos, de mis nuevas experiencias, danzo
para honrarles, danzo para agradecerles este cuerpo fruto de su historia,
porque gracias a que yo vivo, ellos viven.
Deshojar flores de Cempasúchil, hasta que las manos me
quedaban anaranjadas siempre fue mi felicidad en estos días, si acostumbras
celebrar estos días, no te olvides de disfrutar el olor de las flores y
bailarines, disfruten de la repartición de la ofrenda, nosotros estamos vivos,
celebremos la vida danzándole a nuestros muertos.